El día de hoy estaba destinado a ser uno de esos en los que la Comisión Europea hace grandes anuncios. Su presidente, José Manuel Barroso, y los responsables de Cambio Climático y Energía presentarán los objetivos medioambientales que la UE se propone para los tres próximos lustros. Harán hincapié en la medida estrella: en 2030 las emisiones de los 28 países deberán reducirse entre un 35% y un 40% respecto al nivel que tenían en 1990. Pero por el camino se quedará una de las grandes apuestas europeas: el apoyo decidido a las energías renovables.
La fuerte presión —sobre todo británica, pero también francesa— habrá logrado que los países de la UE se libren de la obligación de alcanzar un determinado porcentaje de energías limpias. La Comisión pretendía conformarse con un objetivo general que comprometiera a toda la UE. Este mecanismo, que muchas ONG veían como una derrota de las aspiraciones ecologistas europeas, permitiría a los países más verdes compensar las carencias de los restantes.