Mario Rodríguez Vargas - Director Asociado de Transición Justa y Alianzas Globales

El resumen del Sexto Informe de Evaluación del IPCC plantea una verdad incómoda y preocupante, ya que nos está diciendo que “La ventana de oportunidad para asegurar un futuro habitable y sostenible para todos se está cerrando rápidamente” y que “se necesitan cambios rápidos y muy ambiciosos en todos los sectores y a todas las escalas y un aviso a navegantes: “Lo que hagamos de aquí a 2030 se notará ahora y durante miles de años”.  Aunque, “Todavía existen opciones para asegurar un futuro habitable y sostenible, pero lograrlo es cada vez más difícil”. Esto son conclusiones que se desprenden del último informe de evaluación sobre la crisis climática y como afrontarla que acaba de publicar el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC).

Además, este informe llega en un momento en que los gobiernos, incluido el español, están en un proceso de evaluación para determinar si las políticas y planes de acción puestos en marcha son suficientemente ambiciosas para cumplir con los compromisos adquiridos en el Acuerdo de París.

El resumen de Síntesis del Sexto Informe de Evaluación del IPCC es el resultado del análisis y revisión de miles de publicaciones científicas que se comunican directamente a todos los Gobiernos del mundo para que actúen en consecuencia y con la dimensión y ambición que el reto de solucionar el cambio climático ocasionado por la actividad humana requiere.

Este documento resume los seis informes que ha publicado el IPCC en este último ciclo.

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Sin duda alguna, la situación no es la mejor y está empeorando ya que el cambio climático, provocado por la actividad humana a escala se está acelerando e intensificando. Los impactos se están agravando cada vez más y las personas más vulnerables y que menos responsabilidad tienen en la crisis climática son a las que más les está afectando y le va a afectar en el futuro.

Pero tenemos una gran oportunidad para cambiar de rumbo. Todavía podemos conseguir no sobrepasar el límite de calentamiento medio de 1,5 °C: con medidas valientes, urgentes y justas, el objetivo a largo plazo del Acuerdo de París aún puede alcanzarse. Y lo es porque es posible reducir a la mitad las emisiones globales en 2030, para iniciar el camino hacia las cero emisiones netas.

Y hacen falta soluciones reales, no falsas soluciones, ni retardismos interesados. Las soluciones deben ser aplicables de manera rápida y efectiva en la vida real, no solo en modelos sobre el papel. Porque el cambio climático ya tiene un impacto real y constatable en multitud de facetas de nuestra vida cotidiana.

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La escala y la velocidad de transformación necesarias no serán aceptables sin equidad y justicia social si hay personas que se queden atrás. No podemos avanzar hacia una economía descarbonizada si tener en cuenta este relevante aspecto. Según el IPCC, la integración de la acción climática con las políticas macroeconómicas de bajas emisiones generará empleo y deberán implementar medidas de protección social, además de mejorar el acceso a financiación. En el centro de la equidad se sitúa la financiación. Hay suficiente dinero en el mundo para llevar a cabo un cambio real, si se eliminan las barreras que existen y se deja de subvencionar a los combustibles fósiles.

Por poner un ejemplo, mientras el IPCC señala que las comunidades vulnerables tienen cada vez mayores problemas para acceder a fondos para mitigación y adaptación, la Agencia Internacional de la Energía considera que en 2022 la industria del petróleo y el gas tuvieron unas ganancias de más de 4 billones de dólares.

Estamos en la década decisiva donde debemos reducir prácticamente a la mitad las emisiones mundiales y, al mismo tiempo, garantizar la seguridad alimentaria y proteger la biodiversidad y restaurar la naturaleza.

Las energías renovables jugarán un papel fundamental, ya que permiten la descarbonización de diferentes sectores mediante la electrificación. Esta evolución ha ocurrido mucho más rápido de lo que anticipaban los expertos y los escenarios de mitigación construidos con modelos. Esto supone un cambio total en las reglas del juego. Donde el respeto al territorio, a la biodiversidad y el avance hacia la democratización en la generación y uso de la energía van a ser determinantes. No se puede cambiar el sistema energético hacia un modelo 100% renovable sin objetivos de ahorro y eficiencia ambiciosos, respetando el territorio y la biodiversidad y si no se dejan de reproducir las formas y las dinámicas de la era fósil porque no será posible cambiar las cosas, haciendo lo mismo que hasta ahora. Esto significa cambiar los paradigmas actuales y las reglas del juego porque ya estamos en otra pantalla.

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El calentamiento global promedio está alrededor de 1,1 °C, dirigiéndonos hacia los 3 °C. Con un calentamiento de 1,2 °C, muchos ecosistemas estarán en alto riesgo de desaparecer debido a la mortalidad masiva de árboles, el blanqueo de arrecifes de coral, una gran disminución de especies dependientes del hielo marino y eventos de mortalidad masiva por olas de calor. Alcanzar 1,5 °C traerá más y peores extremos de calor y condiciones peligrosas de calor y humedad, lluvias extremas e inundaciones asociadas, ciclones tropicales, incendios forestales y eventos extremos del nivel del mar. Entre 1,5 °C y 2,5 °C, los riesgos asociados con eventos singulares a gran escala o puntos de inflexión, como la inestabilidad de la capa de hielo o la pérdida de ecosistemas de los bosques tropicales, pasan a estar en alto riesgo. Con un calentamiento de aproximadamente 1,9°C, la mitad de la población humana podría estar expuesta a períodos con condiciones climáticas potencialmente mortales derivadas de los impactos combinados del calor y de la humedad extremos (olas de frío, de calor, sequías e inundaciones) en el año 2100. Con un calentamiento de entre 2 °C y 3 °C, las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida occidental se perderán casi por completo y de manera irreversible.

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Y ante este panorama, lamentablemente las decisiones que se están tomando no son suficientes para limitar el calentamiento global a 1,5ºC o tan siquiera a 2ºC, sino que nos llevaría a un aumento entre 2,2 y 3,5ºC para 2100.

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Por ello, al margen de si finalmente alcanzaremos el umbral de 1.5ºC, Cada décima de grado que reduzcamos es vital cada medida adicional cuenta porque cada pequeño aumento de temperatura lo empeora todo.

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Ante este panorama. Es tiempo de actuar. Existen muchas estrategias para reducir emisiones y el IPCC cuantifica su potencial y su coste.

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En este gráfico las barras más grandes indican un mayor potencial de descarbonización. Los colores azul y amarillo señalan las tecnologías más baratas. Disponemos de todas las herramientas necesarias para reducir al menos a la mitad las emisiones mundiales de aquí a 2030. Se calcula que la mitad de este potencial de mitigación tiene un coste bajo (menos de 20 USD/tCO2-eq), o incluso que se puede conseguir con un ahorro de costes. Las mayores contribuciones provendrán de la energía solar y eólica, la protección y restauración de bosques y otros ecosistemas, los sistemas alimentarios respetuosos con el clima y la eficiencia energética en sus múltiples formas.

Conservar los ecosistemas naturales es más importante y más barato que plantar bosques. Cambiar los modelos de agricultura y reducir su consumo de agua es prioirtario. Los cambios en la dieta pueden lograr reducciones importantes de emisiones. También será importante: eficiencia en edificios, electrodomésticos, materiales y movilidad; aislamiento de viviendas, calefacción descarbonizada; movilidad eléctrica, transporte público, bicicleta.

Para 2050, las medidas dirigidas a reducir la demanda pueden disminuir las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero entre un 40% y un 70% en comparación con los escenarios de referencia. Estas medidas se refieren a las decisiones sobre cómo utilizamos la tecnología y los recursos para satisfacer nuestras necesidades de alimentos, vivienda, movilidad y productos.

La electrificación es clave para reducir las emisiones del sector energético.

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La infraestructura de combustibles fósiles ya existente es suficiente para superar el límite de calentamiento de 1,5 °C, si se permite su uso sin más restricciones. Por tanto, no hay cabida para nuevas infraestructuras de combustibles fósiles, y las que existen deben ser retiradas gradualmente pronto, antes de que termine su vida útil.

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El informe establece que «Aproximadamente el 80% de las reservas de carbón, el 50% de las de gas y el 30% de las de petróleo no podrán quemarse ni emitirse si el calentamiento se limita a 2°C. Si el calentamiento se limita a 1,5°C, muchas más reservas deben quedarse sin quemar».

La comunidad científica ha expuesto sus recomendaciones y las soluciones que existen para sobrevivir al cambio climático.

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Ahora es necesario que los gobiernos, las empresas, los inversores y la ciudadanía actúen en consecuencia. No será fácil, no será cómodo, habremos de cambiar nuestras mentalidades, nuestra forma de consumir energía, de movernos, de alimentarnos pero es posible, y es vital. Podemos vivir dignamente y con calidad de vida sin necesidad de calentar el planeta ni degradarlo. Por tanto, es tiempo de actuar. Nos lo debemos a nosotros mismos, a las futuras generaciones y al planeta, nuestro único hogar.

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