La movilidad tiene una incidencia directa en la calidad de vida de las personas: cómo nos movemos y cómo vivimos

Algunos de los problemas más críticos del transporte -el aumento de las emisiones que alimentan el cambio climático, niveles de contaminación del aire que superan los límites legales...- se concentran en las ciudades y la revolución del transporte hacia una movilidad sostenible y descarbonizada resulta cada vez más necesaria, propugnando al mismo tiempo un futuro urbano más habitable y sostenible. 

Ahora bien, en esta transición hacia una movilidad sostenible y descarbonizada se presenta también una oportunidad para que ésta además sea universal y accesible. La accesibilidad en el transporte permite a todos los ciudadanos desplazarse en condiciones de seguridad y de igualdad. Cuando hablamos de accesibilidad en los medios de transporte debemos tener en cuenta que debe permitir a las personas llevar a cabo sus necesidades de desplazamiento de forma autosuficiente o autónoma. Por ello, afecta no solo al diseño de los vehículos sino al entorno en que estos se mueven y a los elementos comunicativos de los que se dotan. Es decir, debe incorporar soluciones técnicas que permitan a las personas acceder a su interior en condiciones dignas sea cual sea su estado físico, también debe facilitar la comunicación y la comprensión tanto de los trayectos como de los usos de las facilidades que los materiales de transporte permiten.

Por ejemplo, un transporte público accesible debe permitir que las personas con algún tipo de discapacidad puedan acceder al mismo y completar los trayectos de manera fácil y sin ayuda externa. Para ello debe contar con un interiorismo confortable y seguro que permita la situación espacial y evite caídas y también de un entorno que permita el acceso a los vehículos de manera sencilla. 

De todos modos las soluciones a la accesibilidad en los medios de transporte no son sólo técnicas si no que también son humanas ya que sin una adecuada asistencia de personal de las compañías concesionarias de los servicios nunca se podrá alcanzar un nivel suficientemente eficiente que garantice algo tan básico como la igualdad de oportunidades a las personas con problemas de movilidad.

Es preciso tomar consciencia de la asignación de recursos tanto por parte de los poderes públicos como de las empresas de transporte y también frente a un problema de sensibilidad social que genere movimientos de solidaridad y facilite los cambios legislativos. Adquiere vital importancia que se establezcan directrices y políticas públicas coherentes y transversales, que sean aplicables en los territorios y no dejen de lado a colectivos que, por diversas circunstancias, tienen particularidades que deben ser tenidas en consideración para que la movilidad sea universal y accesible

En este sentido se vuelve trascendental abordar la movilidad desde diversas perspectivas, encontrando puntos comunes y a través de una diversidad de actuaciones e iniciativas por parte de la ciudadanía, la sociedad civil organizada y los movimientos sociales, que contribuyan a lograr una movilidad sostenible, descarbonizada, universal y accesible.

Los cambios que se den en este tiempo tienen un gran potencial para transformar el modelo de movilidad, cumplir en 2050 con el objetivo de una Europa climáticamente neutra y también que ésta sea cada vez más justa e inclusiva. 

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