Hace años que numerosos científicos, ciudadanos y organizaciones llevan avisando de las consecuencias del cambio climático, la contaminación atmosférica, la importancia de respirar aire limpio y la imperiosa necesidad de promover un cambio de rumbo económico, industrial, social, político y medio ambiental en el sistema internacional. En 2015, las Naciones Unidas dieron prioridad al transporte como pieza clave a reformar para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) – iniciativa impulsada por Naciones Unidas para dar continuidad a la agenda de desarrollo tras los Objetivos de Desarrollo del Milenio-.
La importancia del transporte para la acción climática se reconoce también en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático: el sector del transporte desempeñará un papel especialmente importante en el logro del Acuerdo de París, dado que cerca de una cuarta parte de las emisiones mundiales de Gases de Efecto Invernadero (GEI) relacionadas con la energía proceden del transporte y que se prevé que esas emisiones aumenten sustancialmente en los próximos años. Del elevado presupuesto de carbono de los transportes, la mayor parte se emite por carretera.
Las políticas para avanzar hacia sistemas de transporte de bajas emisiones de carbono están en consonancia con la Agenda 2030. El transporte por carretera y la movilidad urbana contribuyen directamente a los ODS 7 -Energía asequible y no contaminante-, 9 -Industria, innovación e infraestructura-, 11 -Ciudades y comunidades sostenibles-, 12 -Consumo y producción sostenible- y 13 -Acción climática-. Igualmente contribuyen al ODS 3 -protegiendo la salud y el bienestar de los ciudadanos-, 8 -generando empleo local de calidad-, y el ODS 10 - democratizando el acceso a la movilidad-.
Europa, que ya había hecho suyos los compromisos del Acuerdo de Paris y la Agenda 2030 con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, acordó en 2019 su Pacto Verde Europeo (European Green Deal). Bajo la premisa de que “el futuro de Europa depende de tener un planeta saludable”, Europa se comprometió a lograr la neutralidad climática para 2050 trayendo consigo una transformación de la sociedad y de la economía europea.
Aunque en los últimos años los desarrollos tecnológicos y determinadas regulaciones y normativas a todos los niveles gubernamentales en el sector del transporte y la movilidad urbana han contribuido a su mejora, la concentración de partículas (PM), los NOx y el CO2 que mayoritariamente emiten los vehículos sigue siendo elevada teniendo en cuenta el daño que provocan a la salud y el medio ambiente. Y, por el momento, no se aprecia una inversión de tendencia en su contribución ambiental y climática, lo que pone en riesgo la consecución de los objetivos y compromisos adoptados.
El sector del transporte representa casi el 30% de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) de la Unión Europea. Siendo el transporte por carretera responsable del 12% de las emisiones de CO2. Consume una tercera parte de toda la energía final de la Unión y contribuye al cambio climático, a la contaminación atmosférica, al ruido en entorno urbanos e interurbanos, congestión del tráfico, accidentes y también alimenta la expansión descontrolada de los términos municipales. Al mismo tiempo, desempeña un papel fundamental en la economía y en el ámbito social. Representa en torno al 5% del PIB comunitario y da empleo a más de 10 millones de ciudadanos, convirtiéndolo en el sustento principal de personas físicas - trabajadores autónomos -, y empresas. Reducir estos efectos adversos asegurando el bienestar económico y social comunitario es uno de los objetivos prioritarios de la Unión en su camino de alcanzar la descarbonización del transporte.
A nivel nacional, según el Ministerio para la Transición Ecología y el Reto Demográfico, el sector del transporte representa el 29% de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) totales en España. El realizado por carretera es el que más contribuye a estas emisiones siendo responsable, por sí solo, del 26,8% del total. Se trata de uno de los sectores más contaminantes, junto con el eléctrico y, por tanto, que más deben contribuir y avanzar hacia la transformación. Para lograr, en un primer término, la mitigación y adaptación a la emergencia climática y, en un segundo término, una modernización de nuestra economía y un incremento de su competitividad, siempre desde una perspectiva socialmente justa e inclusiva que no deje a ningún ciudadano ni territorio atrás.
La necesidad de transformación del actual modelo de movilidad y de los combustibles que mueven nuestros vehículos es evidente ya que, a pesar de las supuestas mejoras tecnologicas, na negativa tendencia al alza en sus emisiones (dejando al margen la disrupción, probablemente coyuntural, creada por la pandemia de Covid-19) eclipsa las reducciones conseguidas en otros sectores y pone en riesgo el cumplimiento de los objetivos de lucha contra el cambio climático y, por tanto, dificulta avanzar en la descarbonización de la economía. A pesar de ello, se siguen fabricando y vendiendo estos modelos de coches pese a que ya existen otras tecnologías más limpias como son los vehículos eléctricos.
Estos, incluso cuando se basan en energía no renovable, contaminan y tienen menor impacto en el clima que los actuales diésel. Por otro lado, los fabricantes de vehículos pesados, llevan décadas resistiéndose a diseñar camiones más eficientes que ahorren en combustible y por tanto reduzcan emisiones. Esto es grave si tenemos en cuenta que este tipo de vehículo constituye solamente el 2% del transporte en carretera pero es responsable del 22% de sus emisiones.
Para llevar a cabo nuestro trabajo, participamos y promovemos campañas con otras ONG, sindicatos y otras entidades para solicitar políticas europeas y nacionales ambiciosas, formamos parte de diversas redes de ONG ambientales en toda Europa, para el intercambio de mejores prácticas y diseño de propuestas, colaboramos con distintos medios para incidir en la importancia de descarbonizar el transporte y dar visibilidad a las alternativas existentes, así como denunciar malas prácticas y políticas y nos reunimos con todos los actores implicados, desde gobiernos hasta usuarios de vehículos para encontrar soluciones justas y coherentes.
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