La sesión de Bonn ha terminado. Pero la urgencia por la acción no.

Tras dos semanas de intensas negociaciones, la conferencia intermedia SB62 de la CMNUCC (conocida como preCOP) ha llegado a su fin. Han sido días marcados por silencios tensos, conversaciones en pasillos donde se mezclaban la frustración con la esperanza, y la sensación persistente de que el reloj climático no se detiene. Ahora toca parar un momento, respirar… Y prepararse con más fuerza para la COP30. 

Compartimos nuestras impresiones sobre el encuentro de Bonn, recordando que el desarrollo del Acuerdo de París no es solo una cuestión de diplomacia. Es, sobre todo, una cuestión de humanidad.

Mitigación: seguimos sin estar a la altura de la urgencia.

Uno de los temas que más preocupación deja es la movilización de la mitigación. Si bien hubo avances en la definición del marco del Programa de Trabajo de Mitigación (MWP) y en el diseño de una plataforma digital para facilitar el seguimiento, el ritmo de progreso es “desesperantemente” lento.

Lo mismo ocurre con el seguimiento del primer Balance Global (GST). Las negociaciones finalizaron conen una nota informal con múltiples opciones y sin resultados sustantivos y con múltiples opciones. Mientras la brecha para mantenernos en la senda del 1,5 °C sigue sin cerrarse, y la crisis climática se agudiza, se repiten los mismos bloqueos producidos en la COP29 de Bakú.

Lo más alarmante es que algunos de los países que menos han contribuido al problema (como Tuvalu, Nepal, Vanuatu o Islas Marshall) son los que plantean mayor liderazgo desde el ejemplo de implementación concreto. quienes hoy lideran con el ejemplo. ¿Dónde está el liderazgo de los países más emisores? Las palabras ya no bastan. Se necesitan hechos, acciones concretas.

Planes climáticos: lo aspiracional ya no sirve.

Hasta la fecha, solo 24 países han presentado sus Contribuciones Deter¿Y ahora qué?minadas a Nivel Nacional (NDC) con metas para 2035. Y el plazo, que finalizaba en febrero, fue ampliado y vence en septiembre. Se necesitan, tal como se estableció en la COP28 de Dubái, planes reales y ejecutables, que incluyan una reducción progresiva del uso de los combustibles fósiles, el aumento de la eficiencia energética y el impulso a las energías renovables, siempre con respeto a los ecosistemas y a los derechos humanos. La ambición debe traducirse en transición justa.

Transición justa: una posibilidad real, si se quiere.

A pesar de los altibajos, las negociaciones sobre transición justa avanzaron con cierta apertura. El liderazgo de los cofacilitadores del diálogo ha sido clave para consolidar la posibilidad de concretar un mecanismo global, que podría convertirse en uno de los logros destacables de la COP30. Pero, para que esto ocurra, el texto final deberá incorporar el reconocimiento de derechos, la equidad social y abrir consolidar la puerta a nuevos arreglos compromisos institucionales.

Además, los países en desarrollo han insistido en la necesidad de incluir en la negociación cuestiones relacionas a las medidas unilaterales vinculadas con el comercio transfronterizo en materia climática, que consideran ser una amenaza directa para el Acuerdo de París. Este será, sin duda, uno de los temas centrales en Belém.

Adaptación, pérdidas y daños: ausencias preocupantes.

La Presidencia de la COP30, y varias Partes de la CMNUCC, destacaron en las negociaciones la importancia de la transversalidad de la adaptación. A pesar de las tensiones en el proceso, que se mantuvieron hasta el último momento, se logró un acuerdo para reducir el número de indicadores para el Marco Global de Adaptación (GGA) y un calendario para que los expertos concluyan su trabajo antes de la COP30. También se acordó una nota preliminar sobre la hoja de ruta de Bakú, que servirá de base para las negociaciones en Belém.

Sin embargo, las divergencias sobre los medios de implementación, especialmente en lo relativo a la financiación, siguen siendo una barrera entre las Partes. Todo indica que va a ser un punto caliente de las negociaciones antes y durante la COP30.

Como contrapunto, la cuestión de las pérdidas y daños ha estado prácticamente ausente del debate en la cita de Bonn.

Financiación: promesas vacías o dinero real.

Las secuelas de la adopción en Bakú del Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado (NCQG) siguen generando ruido. Las divisiones en torno a la implementación, la financiación, las medidas unilaterales y la transición energética vuelven a emerger con fuerza.

Durante la SB62, los debates se centraron en la diversificación de las fuentes de financiación, especialmente en la captación de recursos del sector privado. Sin embargo, las reiteradas demandas de los países en desarrollo sobre la obligación legal de los países desarrollados de proporcionar financiación (según el artículo 9.1 del Acuerdo de París) no han producido avances sustantivos. La falta de inclusión oficial del tema en la agenda de Bonn obligó a limitar su tratamiento como consultas informales. Pero, en la COP30, esta cuestión será un tema protagonista.

Todas las miradas están ahora puestas en la Cumbre de Financiación para el Desarrollo (FF4D) en Sevilla, donde se abordarán los recursos para la cooperación internacional y los mecanismos para cumplir promesas que, hasta ahora, siguen sin concretarse. La credibilidad del sistema está en juego, por lo que es necesario que los compromisos se traduzcan en contribuciones reales.

Una Presidencia que tiene que demostrar.

Brasil, como país anfitrión de la COP30, tiene una oportunidad única. La presidencia brasileña ha presentado un enfoque participativo basado en el concepto “mutirão”, una forma de acción colectiva que reúne a personas para realizar una tarea o trabajo de manera colectiva y voluntaria, a menudo con un enfoque en la comunidad y la ayuda mutua.

En el plenario final de la SB62, Brasil señaló que la COP30 será una “nueva generación de cumbre”: un espacio que acelera la entrega, realiza seguimiento del progreso y permite la implementación conectando con el terreno y la vida real. Pero más allá del relato, deberá demostrarlo con hechos concretos en la preparación y organización de la cumbre. Además de comunicar, hay que concretar este proceso en hecho concretos. 

¿Y ahora qué?

Una vez finalizada la SB62, los países tienen la oportunidad de avanzar en sus procesos internos, para definir sus posturas concretas. Y avanzar en los consensos con otras Partes de la CMNUCC en reuniones bilaterales y en los espacios temáticos que se van a desarrollar hasta el comienzo de la COP30. Las negociaciones requieren tiempo, paciencia y voluntad. Bonn ha demostrado que el acuerdo es no es fácil, pero no imposible.

No podemos esperar. La acción climática no puede depender exclusivamente de consensos de producción lenta, y el coste de la inacción sigue creciendo. De esta manera, la Agenda de Acción Climática Global se convierte en un espacio cada vez más necesario para acelerar la implementación de medidas concretas por parte de la sociedad civil, acompañando y marcando en ocasiones el camino de las decisiones del marco oficial. 

No se trata de optimismo ingenuo. Estamos convencidos, junto a otras muchas organizaciones de la sociedad civil, de que se puede implementar con ambición una ruta de descarbonización para no sobrepasar el límite del 1,5 °C, construyendo una transición justa hacia una sociedad resiliente.

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