Los discursos han cambiado mucho. Durante mucho tiempo, los “frenadores” de la acción por el clima negaban la mayor: no hay cambio climático. Esa trinchera se hizo cada vez más y más difícil de mantener conforme cualquier persona, en cualquier lugar, constataba que el clima había cambiado sustancialmente. Entonces los “frenadores” de la acción climática se movieron de trinchera y se fueran a otra cercana. En esa nueva trinchera decían, más o menos, "hay cambio climático, pero no lo estamos provocando los humanos".

En esta COP26 hay una nueva trinchera muy concurrida: la de quienes afirman que hay que llegar a la economía neutra en carbono… pero más lentamente. “Sí, pero no ahora”, sería el lema de ese numeroso grupo de “frenadores” que camina por los pasillos de la COP26.

Ese nutrido equipo es plural: hay representantes de empresas con intereses en que la transición se haga más y más larga, hay representantes de gobiernos que desean fervientemente que su economía fósil se prolongue todo lo posible, hay altos cargos gubernamentales que aplazan sus decisiones para no turbar sus expectativas electorales… Es un equipo fuerte y entrenado en el sofisticado arte de entretener todo lo posible y que se note lo menos posible.

Por eso, cuando los compromisos son a largo plazo todo el mundo parece estar de acuerdo. La neutralidad climática en el 2050 es una bandera que casi todo el mundo enarbola. Mi dolor es que lo dicen empresas, organizaciones y administraciones públicas que por su tamaño y sencillez podrían ser neutras en carbono dentro de 3 años. Asumen la meta más lejana, pero podrían alcanzar el objetivo mucho antes.

Desde mi punto de vista, el gran tema hoy es actuar en el corto plazo. Es mejor correr una carrera de cien metros esta semana que prometer realizar un maratón en el 2050. El clima cambiará por nuestras acciones de hoy, no por nuestras promesas para las décadas venideras.

El cuándo está siendo, y lo va a ser más en estos últimos días, el gran tema de la COP26.