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Miércoles 19 de Mayo de 2010

Cuando la diseñadora Tati Guimarães llegó a Barcelona en 1998 no entendía como la gente podía tirar tantas cosas de valor a la basura. Venía de Río de Janeiro, una ciudad en la que había aprendido a sacar provecho de los restos más inverosímiles. Hoy, esta brasileña de 34 años inventa productos más ecológicos con varias vidas de uso y crea materiales sorprendentes a partir de desechos como anillas de lata, corchos, tetra briks...

Fuente: BLOG EL PAÍS - Clemente Álvarez

“Cuando empecé, decían que hacía reciclaje y que era un poco hippie, ahora lo llaman ecodiseño”, ironiza Guimarães, cuyos pensamientos vuelven una y otra vez a la ciudad de Río en la que nació: “Allí la gente más humilde reutiliza por necesidad, pero es todo un arte que ya sabían nuestros abuelos y esas calles están llenas de verdaderos ecodiseñadores”.

Su colega Gabriela Gusmão los denomina inventores del arte de la supervivencia. Esta otra brasileña recorrió las calles de Río de Janeiro entre 1998 y 2001 en busca de los artilugios más sorprendentes creados a partir de desechos. Se encontró con carritos de supermercado con equipos de música incorporados, gafas artesanales, mobiliario de todo tipo, instrumentos de trabajo… Todo un catálogo de artefactos diseñados por la gente más pobre, “tecnología de la necesidad”, que recogió en el libro “Rua dos Inventos” (libro / web).

Este insólito inventario de ingenios callejeros muestra como buena parte de la población utiliza para sobrevivir los desperdicios de la sociedad de consumo. Ocurre en otras muchas urbes del mundo, no sólo en Brasil. Sin embargo, en este país de grandes desigualdades llama particularmente la atención esta cultura de la reutilización. Al igual que el ejército de niños, hombres y mujeres que tratan de subsistir con lo que sacan por los desechos reciclables que encuentran en las calles o en grandes vertederos de Río como el de Gramacho. Existe hasta un Movimiento Nacional de Recolectores de Materiales Reciclables (MNCR).

Material confeccionado con chapas de latas de refresco. “Yo he crecido viendo todo esto, te encuentras cosas increíbles por la calle”, comenta Guimarães, que no le entra en la cabeza por qué no intentar alargar la vida de las cosas. La mayor parte de los cachivaches recopilados en el libro “Rua dos Inventos” parecen encontrarse más cerca del vertedero que de los estudios de diseño. Sin embargo, estos objetos representan en realidad toda una filosofía sobre la relación de los seres humanos con los materiales y bienes de consumo. La misma que sigue Guimarães cuando se pone a diseñar un nuevo producto con criterios de sostenibilidad. “Lo primero que busco desde el principio es que tengan varias funciones para aplazar el fin de su vida útil”, explica esta ecodiseñadora que ha creado para su firma Ciclus cajas de botellas de vino que se convierten en lámparas, árboles de Navidad que se transforman en posavasos o salvamanteles que van incorporando los corchos usados de las botellas.

Los conocimientos para aprovechar mejor los materiales a veces vienen también de la artesanía ancestral. Es en lo que trabaja desde hace años el diseñador Renato Imbroisi, que se dedica a recuperar viejas técnicas y materiales artesanales para transformarlos en productos innovadores y comerciales. Nacido también en Río de Janeiro, y nieto de una costurera de la que aprendió a confeccionar sus propios tejidos, Imbroisi ha creado también varias colecciones a partir de investigaciones en África. A Guimarães fue la madre de su amiga Lúcia la que le enseñó a trenzar el papel de periódico para hacer cestos, la técnica que luego utilizó ella para fabricar nuevas texturas a partir de fotolitos de las imprentas, revistas o incluso tetra briks.

“Cuando llegué a Barcelona alucinaba al ver que la gente tiraba a la basura hasta ropa o muebles”, recuerda esta diseñadora. “Empecé a llevarme a casa todo lo que me encontraba como si tuviera una enfermedad, hasta que llegó un momento en el que lo tenía todo lleno de trastos”. “Esto es una forma de vida tan distinta; también me chocaba no ver a nadie durmiendo en la calle, aunque ahora sí que me los encuentro”.

Es tiempo de actuar

Es el momento de dejar de pensar que puede hacer el planeta por ti y pensar qué puedes hacer tú por el planeta.

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