Miércoles 29 de Mayo de 2013
El jueves 16 de mayo se inició un pulso de tremenda importancia entre el Gobierno Popular y el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN). Lo que realmente estaba en juego en esta pugna no era la continuidad de la central nuclear de Garoña más allá del 6 de julio de 2013 (fecha del cese definitivo de su explotación), sino la credibilidad y la independencia de este organismo regulador. El pulso ha durado nada menos que una semana entera y ha terminado, el pasado 24 de mayo, con una victoria del Gobierno (de la mano del lobby eléctrico y nuclear) sobre el CSN, sobre su credibilidad técnica y sobre la buena práctica reguladora en seguridad nuclear.
El Gobierno ha torcido el brazo del CSN y éste, aunque no por unanimidad, se lo ha dejado torcer, y finalmente ha aceptado, en contra de sus propios criterios técnicos, permitir que Garoña funcione más allá del próximo 6 de julio, sin hacer previamente una adecuada evaluación de las condiciones de la central ante esa nueva situación. Ello supone un grave precedente del que podrían derivarse importantes consecuencias todavía difíciles de predecir.