Bárbara Marqués profundiza sobre las migraciones climáticas y apunta hacia gestos que todos podemos desarrollar para minimizar nuestro impacto

Cuando hablamos de migraciones climáticas, hablamos ante todo de movimientos de población, de desplazamientos de personas o grupo de personas desde el lugar en el que habitan hacia otros lugares donde asentarse. Y hablamos, además, del clima como principal causa de este desplazamiento. Evidentemente, en estos casos, los factores ambientales interactúan con los políticos, económicos y demográficos, pero sin duda marcan la causa originaria.

Esto nos lleva a pensar que la mayor parte de los movimientos migratorios que se producen en la actualidad se dan por motivos vinculados al clima: hambrunas provocadas por sequías, zonas que se convierten en inhabitables por la consecución de fenómenos climatológicos adversos, escasez de alimentos por merma de poblaciones animales, sistemas económicos y políticos que no están siendo capaces de adaptarse a los cambios climáticos en sus territorios, falta de oportunidades de formación y empleo y/o falta de adecuación a las nuevas demandas del mercado, etc. En uno y otro lado nos aparece la acción migratoria vinculada a “cambios repentinos o progresivos en el entorno debido a los efectos del cambio climático” (OIM 2019).

Según datos de Centro de Monitoreo de Desplazamiento Interno (IDMC), en 2019 ya fueron más de 23’9 millones de personas las que se desplazaron por motivos relacionados directamente con el clima (corrimientos de tierra, sequías, temperaturas extremas, incendios incontrolados, inundaciones y todo tipo de tormentas y huracanes), a los que hay que añadir los desplazados por fenómenos geofísicos (erupciones volcánicas y terremotos). ¡Se dice pronto! No obstante, este tipo de migraciones resulta todavía complicado de cuantificar, ya que la legislación internacional no reconoce los factores ambientales como criterios para definir la condición de refugiado. 

Conocer el fenómeno, familiarizarnos con él, analizar en clave de cambio climático las migraciones y aliarnos con el desarrollo sostenible desde un compromiso individual, colectivo y organizacional nos permitirá a cada uno/una aportar desde nuestro pequeño rincón.

Los migrantes climáticos ponen rostro a la emergencia actual. Cuando hablamos de corresponsabilidad para poner freno a la situación que estamos viviendo -aunque no todos con la misma intensidad-, conocer su realidad quizás nos ayude a ser más activos y proactivos. El desarrollo sostenible (aquel capaz de satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las suyas propias) será el enfoque idóneo para ello; y la Agenda 2030, nuestra mejor herramienta.

De los 17 ODS, agrupados en cinco ejes, pondremos el foco en el eje central Planeta, con su misión de proteger los recursos naturales y trabajar en problemas climáticos para garantizar el bienestar actual y futuro. Este entorno se centra en cuidar el agua (ODS6), la vida marina (ODS14) y los ecosistemas terrestres (ODS15), a la vez que fomentar la producción y consumo responsable (ODS 12). A estos objetivos añadimos, sobre todo y de forma muy especial, el ODS13 (acción por el clima) que es el que nos enfoca al problema que nos ocupa, al centrarse en la adopción de medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos. Se trata, por tanto, de encontrar aquellas acciones que nos permitan establecer nuestros pequeños objetivos y contribuir así a reducir el impacto del cambio climático en los movimientos migratorios.

Aquí van algunas ideas: sensibiliza a tu entorno; compra y consume de forma responsable,  refuerza la producción sostenible, valoriza y apuesta por productos sostenibles, estableciendo criterios por encima del precio; reduce desperdicio de alimentos; previene, reduce, recicla y reutiliza desechos, en especial químicos y plásticos; practica turismo sostenible; cuida el medioambiente terrestre y marino; reduce la contaminación desde el hogar mediante control y calidad en los consumos; usa racionalmente el agua; exige a los representantes públicos y organizaciones que cumplan con sus compromisos con la Agenda 2030. ¡Seguro que estás haciendo ya muchas cosas. No parece difícil, ¿no crees?... ¡Ah! E incorporemos poco a poco a nuestro lenguaje palabras como economía circular, movimiento km0, huella de carbono digital, agricultura sostenible, bienestar animal, etc. ¡Es el momento de contribuir! ¡Es tiempo de actuar!

Bárbara Márques

Consejera de ECODES

Coordinadora ESoVal, Energía Social y Valores

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