Víctor Viñuales, nuestro director ejecutivo, firma estas líneas ante las opiniones encontradas por parte de los comerciantes sobre las medidas que el Gobierno ha aprobado para promover el ahorro energético

Estimados tenderos y tenderas:

Mi padre fue avicultor. Y lo hacía todo. También vender huevos a las tiendas. Yo le ayudaba cuando era joven. Una de sus frases era: “los negocios con una puerta abierta a todo el mundo son muy duros”.

Con el tiempo he ido entendiendo mejor la profundidad de la afirmación. Estar siempre presentable -también con gente, en algunas ocasiones, impresentable- es muy duro. El enunciado de mi padre y mi propia relación con muchos de ustedes me ha llevado a sentir mucho aprecio hacia su trabajo.

Esa empatía hacia su trabajo me mueve a escribirles estas líneas sobre las medidas que el Gobierno ha aprobado para promover el ahorro energético. He oído a algunos de ustedes con opiniones encontradas. Quisiera compartirles las mías.

  1. Evitar el despilfarro energético, impidiendo que se escape el calor o en frío por la entrada, como harán todas las tiendas, es bueno para el clima, pero es bueno también para rebajar su abultada factura energética sin perder competitividad respecto a los comercios vecinos.
  2. Subir la temperatura de la tienda en verano y bajarla en invierno, como todas las tiendas, es bueno también para rebajar su abultada factura energética sin perder competitividad respecto a los comercios vecinos.
  3. Apagar las luces de los escaparates a las 10 de la noche, como todas las tiendas, es bueno también para rebajar su abultada factura energética sin perder competitividad respecto a los comercios vecinos.

En resumen: su economía, amenazada con frecuencia por el comercio electrónico, sale ganando con estas medidas.

No quiero en esta carta abierta hablar solo de dinero. Muchos de ustedes son padres o madres. Intuyo que al sentir en sus carnes estas temperaturas inhumanas día sí y día también, al ver los incendios inapagables de este verano o al contemplar los pantanos menguantes y la sequía creciente, sus pensamientos se han ido a imaginar el futuro de sus hijos o de sus nietas con este cambio climático que no cesa. A mí me pasa y todos los seres humanos somos radicalmente semejantes.

En el Aragón rural en el que yo nací, hay un refrán: “la calle estaría limpia si cada cual barriera su trozo de acera”. Estoy firmemente convencido de que la mayoría de ustedes, gente decente, asumirá la cuota parte que le toca y hará lo que esté en su mano para frenar todo lo posible el aumento de la temperatura que el cambio climático está causando. Si todo el mundo con corresponsabilidad asume su cuota parte, podemos frenar el cambio climático. ¿Habrá gorrones insolidarios ante el problema común que rehúyan arrimar el hombro con una u otra excusa? Seguro. ¡Que sean los menos ¡Las tiendas están llenas de buena gente! Lo decía mi padre y lo confirmé yo.

Esta generación, la nuestra, es la última que tiene en su mano frenar el cambio climático. Hagámoslo. Háganlo. Con esperanza. Con determinación, con corresponsabilidad.

   

Víctor Viñuales

Director ejecutivo de ECODES

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