Inés García-Pintos aboga por la implicación del sector financiero en la consecución de los objetivos del Acuerdo de París

¿Qué tienen que ver los bancos con el cambio climático si no contaminan? ¿Por qué preocuparse del cambio climático si no dependen de materias primas naturales? ¿Por qué perder tiempo y recursos en algo que no afecta a los resultados?

Estas preguntas, y muchas de este estilo, eran habituales en las entidades financieras cuando los departamentos de sostenibilidad querían introducir el cambio climático en las agendas y estrategias corporativas. Por suerte la cosa ha cambiado mucho porque: 

  • Sí, efectivamente los bancos no contaminan, pero sí financian a quien contamina. E invierten en sectores que tienen que reconvertirse… ¡o desaparecer!
  • No, no dependen de materias primas naturales, pero sí sus clientes. ¿Y ¿qué pasa si esto afecta a la capacidad de pago de los créditos?
  • Así que sí, sí que afecta a los resultados… y puede afectar mucho más.

La firma del Acuerdo de París marca un hito en la agenda climática por cuanto se asumen públicamente y a nivel global compromisos concretos de descarbonización. Y por primera vez se reconoce explícitamente la necesidad de que el sector financiero se implique. Efectivamente, en su artículo 2) pide “situar los flujos financieros en un nivel compatible con una trayectoria que conduzca a un desarrollo resiliente al clima y con bajas emisiones de gases de efecto invernadero”. La implicación del sector financiero es absolutamente necesaria, ya que se estima que para cumplir los objetivos del Acuerdo de París hace falta invertir unos 90 billones de dólares en infraestructuras, agricultura y sistemas energéticos de aquí a 2030. A nivel europeo la estimación es de 180.000 millones de euros adicionales a lo que ya se está dedicando en transmisión y generación de energía, eficiencia energética en edificios y empresas. 

Por otro lado, en el seno del Consejo de Estabilidad Financiera del G20 se crea un grupo de trabajo: la TCFD (Task-Force on Climate-related Financial Disclosure). Este organismo publica unas recomendaciones en las que, además, identifica explícitamente los riesgos físicos y los riesgos de transición que introduce el cambio climático.

Con estos dos elementos:

  • Necesidad de canalizar fondos para la transición climática,
  • La identificación de riesgos derivados del cambio climático

… la UE elabora un plan para, por un lado, favorecer la canalización de flujos para poder cumplir con los compromisos de París; por otro, quiere preparar al sistema financiero de los riesgos que introduce el factor clima. Estos dos objetivos, junto con el de mejorar la transparencia y el largo plazo dan como resultado la elaboración de un Plan de Finanzas Sostenibles. La pata financiera es fundamental para apuntalar además el Pacto Verde, hoja de ruta de la Comisión Europea, y posteriormente el Next Generation EU.

El pilar fundamental del Plan es la elaboración de una taxonomía que viene a definir qué es y qué no es verde. A partir de esta primera definición, el Plan incluye elementos de promoción, de información y transparencia a los clientes y mercados y de gestión financiera (para la evaluación de los riesgos).

Ahora queda lo que, en mi opinión, es lo más difícil: el cambio de mentalidad, modos de hacer, enfoques y metodologías en la actividad financiera. ¡Sin duda un enorme reto! Pero si el reto se plantea sólo como una cuestión de cumplimiento normativo, de ajustarse a la regulación, el sector financiero no estará a la altura de las expectativas… y no habrá supervivencia a medio y largo plazo.

Inés García-Pintos Balbás 

Patronato de ECODES

Profesora asociada en la UCM. Of Counsel en Gabeiras & Asociados 

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