Los pueblos de montaña han sido históricamente guardianes de los ecosistemas, basando su vida en la ganadería, agricultura y aprovechamiento sostenible de los recursos naturales. Sin embargo, el cambio climático está afectando gravemente a estas comunidades, desafiando sus formas tradicionales de vida.

En Aragón, y particularmente en el Pirineo, las alteraciones climáticas no solo están modificando los paisajes, sino también las dinámicas sociales y económicas. Sequías prolongadas, inviernos más cálidos, riesgo de incendios forestales y una disminución de la biodiversidad son solo algunas de las manifestaciones de este fenómeno.

El cambio climático no es un problema aislado; se suma a otros desafíos como la despoblación rural. En pueblos pequeños, la falta de oportunidades laborales y los problemas derivados de los fenómenos climáticos extremos han intensificado el éxodo hacia las ciudades. Muchos jóvenes abandonan las montañas buscando estabilidad económica, dejando atrás a comunidades envejecidas con menos recursos para adaptarse a los nuevos retos.

Además, la disminución de la actividad agrícola y ganadera debido a la falta de agua o al deterioro del suelo está debilitando una de las principales bases económicas de estas regiones. La incertidumbre sobre las cosechas o el acceso a pastos hace que muchas familias se planteen abandonar sus tierras.

A pesar de estos desafíos, los pueblos de montaña han demostrado una capacidad notable para resistir y adaptarse. En localidades del Pirineo Aragonés, algunas comunidades han apostado por diversificar su economía, promoviendo el ecoturismo y la valorización de productos locales. Por ejemplo, cooperativas que producen quesos artesanales o cultivan variedades autóctonas de cereales están encontrando nuevos mercados que valoran su autenticidad y sostenibilidad.

Otro ejemplo de resiliencia es la creación de asociaciones comunitarias que trabajan para mejorar la gestión forestal y prevenir incendios. Estas iniciativas combinan el conocimiento tradicional con tecnologías modernas, como el uso de drones para vigilar áreas de riesgo.

El papel de los proyectos como Biopirineo.

Iniciativas como Biopirineo están desempeñando un papel crucial en la revitalización de estas comunidades. Al promover prácticas sostenibles de gestión forestal y apoyar pequeñas industrias locales, estos proyectos están generando empleo y fomentando la repoblación rural. Además, al involucrar a las comunidades en la toma de decisiones, garantizan que las soluciones sean adaptadas a las necesidades locales.

Por ejemplo, la reforestación de áreas degradadas no solo mejora la biodiversidad, sino que también crea oportunidades para actividades económicas como la apicultura o la producción de biomasa. Estos proyectos demuestran que la sostenibilidad y el desarrollo económico pueden ir de la mano.

El cambio climático plantea desafíos significativos, pero también ofrece una oportunidad única para repensar el modelo de desarrollo en los pueblos de montaña. Invertir en innovación, sostenibilidad y cohesión social puede transformar estas áreas en ejemplos de resiliencia climática.

Al final, proteger los pueblos de montaña no es solo preservar un modo de vida; es garantizar un futuro más sostenible para todos.

Son cuatro los proyectos que se desarrollan en Aragón en el marco de la convocatoriao sobre  BioEcomía forestal de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), financiado por la Unión Europea – NextGenerationEU.

BioPirineo, BEEP, Mosqueruela-Biofor y Fungiverso: Ver enlace.

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