La propuesta busca generar alternativas para los ecosistemas dependientes del turismo de nieve que mejoren la resiliencia del territorio y la cohesión social

Zaragoza, 15 de mayo de 2024.- El reciente anuncio del Gobierno de Aragón para destinar cerca de 78 millones de euros -la mayor inversión de la historia- en innivación artificial para las estaciones de esquí de Huesca y Teruel evidencia la vulnerabilidad de los ecosistemas de montaña a la emergencia climática. Y es que el turismo de nieve es uno de los más sensibles a los cambios climatológicos: el actual aumento de temperatura, el cambio en los regímenes de precipitaciones, la reducción de las precipitaciones y del espesor de la cubierta de nieve, o la erosión de los suelos y la retracción de la línea de árboles están impactando ya de forma negativa en la duración de la temporada de esquí y la reducción de zonas esquiables. Todo ello amenaza la viabilidad y la sostenibilidad de un sector que juega un papel determinante como fuente de ingresos para buena parte del Pirineo aragonés. Por ello, es necesario que los ecosistemas de montaña lleven a cabo una urgente adaptación a esta crisis para garantizar la viabilidad de su desarrollo económico y social.

Para aumentar la resiliencia de estos territorios, surgen dos modelos de intervención: aquel que, en línea con la propuesta de la DGA, busca reforzar el turismo vinculado a los deportes de nieve mediante la generación de nieve artificial, ampliaciones horarias o la extensión de los dominios esquiables en altura o en zonificación -entre otras opciones-, y el que apunta al desarrollo de oportunidades emergentes del turismo de naturaleza y de montaña más allá de la temporada de invierno. Ninguna de las dos opciones está exenta de impactos negativos. Por ejemplo, el aumento de la producción de nieve artificial impactará negativamente en el balance hídrico y el aumento de emisiones de CO2.  Por su parte, la desestacionalización puede implicar masificación y la ausencia de cultura de montaña de los nuevos visitantes.

La defensa de las diferentes alternativas genera tensiones, lo que amenaza la cohesión social de los territorios. Así pues, es necesario reflexionar sobre el desarrollo de modelos adaptativos que pongan en valor los diferentes usos de los ecosistemas teniendo en cuenta la fragilidad de los mismos y que generen procesos consensuados y resilientes. Una tarea que acomete ahora ECODES a través de un nuevo proyecto de investigación sobre la adaptación al cambio climático en el Pirineo aragonés. De este modo, y gracias al apoyo de la Fundación Biodiversidad, ECODES identificará, analizará y definirá pautas de actuación para integrar los impactos del cambio climático en el desarrollo turístico de zonas de montaña.

Para ello, se ha habilitado un site específico en el que es posible no solo acceder la información técnica y científica disponible, sino también conocer la opinión del sector de la nieve, expertos y  otros agentes del territorio para reforzar el conocimiento sobre las amenazas y mejorar la capacidad de adaptación del territorio a los impactos del cambio climático. Asimismo, a través de este espacio es posible contribuir a disminuir la vulnerabilidad territorial y socioeconómica de los territorios de montaña participando en un cuestionario sobre las medidas de adaptación que pueden implementarse para ser más resilientes frente al cambio climático. Todo ello, con la finalidad de reforzar el conocimiento de los agentes implicados sobre las amenazas a corto, medio y largo plazo, mejorar sus capacidades de anticipación y poner a disposición de los tomadores de decisiones metodologías de gestión de posibles conflictos.

“Con este proyecto queremos responder a realidad de los hechos buscando alternativas que reduzcan la presión ambiental de las actividades turísticas, disminuyan la vulnerabilidad de las infraestructuras y garanticen la integridad de las personas frente a los riesgos que podría agravar el cambio climático, al tiempo que creen empleos más robustos, fijen población a lo largo de todo el año y permitan un desarrollo adecuado de las zonas de montaña”, explica Pablo Barrenechea, director de Acción Climática de ECODES.

   

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