Esta semana se celebra el Comité de Protección del Medio Marino (MEPC 80), que seguiremos muy de cerca

Mientras que la Organización Marítima Internacional (OMI) comienza hoy las reuniones de su Comité de Protección del Medio Marino (MEPC 80, hasta el próximo7 de julio), la Clean Arctic Alliance hace un llamamiento a los estados miembros de la OMI para que adopten objetivos provisionales ambiciosos que conduzcan a una reducción del 50% en el impacto climático del transporte marítimo para 2030, se comprometan a reducirde forma obligatoria de las emisiones de carbono negro del transporte marítimo, que impactan en el Ártico, y apoyen la designación de nuevas Áreas de Control de Emisiones (ECA) para reducir la contaminación del aire en el Ártico.

"Durante el MEPC 80, los gobiernos pueden cambiar el mundo reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero del transporte marítimo en un 50% para 2030 y en un 100% para 2040", explicala Dra. Sian Prior, asesora principal de Clean Arctic Alliance. "Como muestra un estudio reciente, esto puede lograrse sin afectar al comercio".

"En medio de la actual crisis climática y de biodiversidad, reducir a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero sentaría un precedente crucial para el transporte marítimo mundial que inspiraría a otros sectores", añade. Sin embargo, dado que ya se considera que el planeta se ha calentado en torno a 1,1 grados centígrados, se debe aprovechar la 'fruta madura': eso significa reducir drásticamente las emisiones de carbono negro del transporte marítimo que están contribuyendo al calentamiento del Ártico. 

"El sector del transporte marítimo tiene el poder de reducir rápidamente sus emisiones de carbono negro; lo que hace falta ahora es voluntad política", prosigue Prior. "Reducir las emisiones de carbono negro del transporte marítimo en el Ártico y sus inmediaciones es sencillo, no requiere el desarrollo de nuevos combustibles o nuevas tecnologías, y puede lograrse de inmediato".

Los motores marinos individuales verían una reducción de hasta el 80% en las emisiones de carbono negro dependiendo del motor al pasar de combustibles pesados a combustibles diésel (el tipo y estado del motor, y la carga del buque también son factores). El cambio de todos los buques que operan en el Ártico y que actualmente utilizan combustibles pesados se traducirá en una reducción de alrededor del 44% de las emisiones de carbono negro. La instalación de un filtro de partículas diésel -una tecnología que ya se utiliza en el transporte terrestre pero que sólo puede emplearse con combustibles más limpios- reduciría las emisiones de carbono negro en más de un 90%.

La noticia de que el Ártico, uno de los principales reguladores del clima mundial, se está calentando hasta cuatro veces más deprisa que el conjunto del planeta, según los científicos del clima, y la posibilidad de que haya días sin hielo marino en verano, conocidos como "océanos azules", ya en la década de 2030, suscitan gran preocupación. 

"Sabemos desde hace unas tres décadas que es necesario reducir las emisiones de carbono negro, debido a sus repercusiones climáticas y en la salud. En tierra se han hecho esfuerzos considerables para prohibir los combustibles más sucios en las centrales eléctricas e instalar filtros de partículas diésel en el transporte terrestre, pero a pesar de más de una década de evasivas aún no se han hecho los mismos esfuerzos en el mar", afirma Prior.

La Organización Marítima Internacional tiene realmente la oportunidad de arrancar la fruta madura, reduciendo las emisiones de carbono negro, y aunque no se esperan decisiones importantes sobre la reducción de las emisiones de carbono negro esta semana, sí ofrece la oportunidad de que la OMI presente propuestas concretas para reducir estas emisiones para su consideración a principios de 2024.

Para obtener información completa sobre los debates de la MEPC 80 sobre el carbono negro, las emisiones de gases de efecto invernadero, las zonas de control de emisiones y los depuradores, junto con los documentos pertinentes de la OMI, puedes visitar el espacio que la Clean Artic Alliance -a la que ECODES pertenece- ha habilitado este espacio informativo.

    

Acerca del carbono negro y el Ártico

El carbono negro es un contaminante climático de vida corta, producido por la combustión incompleta de combustibles fósiles, con un impacto más de tres mil veces superior al del CO2 en un periodo de 20 años. Representa alrededor de una quinta parte del impacto climático del transporte marítimo internacional.

No sólo contribuye al calentamiento mientras está en la atmósfera, sino que el carbono negro acelera el deshielo si se deposita sobre la nieve y el hielo, por lo que tiene un impacto desproporcionado cuando se libera en el Ártico y cerca de él. El derretimiento de la nieve y el hielo deja al descubierto zonas más oscuras de tierra y agua, y estas manchas oscuras absorben más calor del sol, con lo que la capacidad de reflexión de los hielos polares del planeta se reduce drásticamente. Más calor en los sistemas polares - se traduce en un aumento del deshielo. Es la pérdida del efecto albedo.

La disminución de la extensión y el volumen del hielo marino está provocando una crisis social y medioambiental cada vez mayor en el Ártico, mientras que los cambios en cascada afectan al clima mundial y a la circulación oceánica. Los científicos están convencidos de que los procesos se acercan a puntos a partir de los cuales es posible que se produzcan cambios rápidos e irreversibles que afecten a varias generaciones humanas. Los científicos afirman que ya es demasiado tarde para salvar el hielo marino estival del Ártico, y las investigaciones han demostrado que "hay que prepararse para el aumento de las condiciones meteorológicas extremas en todo el hemisferio norte que probablemente se producirá como consecuencia de ello".

El carbono negro también tiene un impacto negativo en la salud humana, y una investigación reciente ha encontrado partículas de carbono negro en los tejidos corporales de los fetos, tras su inhalación por parte de las madres embarazadas.

Desde hace tiempo se reconoce la necesidad de reducir las emisiones de carbono negro, tanto por sus efectos sobre el clima como sobre la salud. En tierra, se han realizado esfuerzos considerables para prohibir los combustibles más sucios en las centrales eléctricas, instalar filtros de partículas diésel en el transporte terrestre y mejorar la quema de madera seca, todo ello para reducir las emisiones de carbono negro y mejorar la calidad del aire. Sin embargo, en el mar aún no se han hecho los mismos esfuerzos.

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