Conocidos como lavadores de gases, los scrubbers son sistemas de depuración de emisiones atmosféricas que se instalan en los buques

Los barcos suelen utilizar el fuelóleo pesado (HFO), que es el combustible más barato, pero también el más sucio del mercado. Cuando se quema, entre otras partículas, se liberan óxidos de azufre (SOx), que tienen un gran impacto en la salud. La Organización Marítima Internacional (OMI), el organismo de la ONU que rige el transporte marítimo, aprobó una normativa que entraba en vigor en 2020 obligando a los barcos a utilizar combustibles con un máximo del 0,5% de contenido en azufre, en lugar del 3,5% permitida hasta ese momento; y un máximo del 0,1% en las zonas de control de emisiones y otras zonas sensibles.

Hubo celebraciones en el mundo ambiental, ya que esta prohibición parecía un paso en la dirección correcta para proteger el mundo natural y la salud de las personas. Tristemente, en realidad esta prohibición contiene grandes lagunas que han allanado el camino para la aparición de los “scrubbers”.

También conocidos como lavadores de gases,   los scrubbers son sistemas de depuración de emisiones atmosféricas que se instalan en los buques. La OMI permite su uso como opción de cumplimiento equivalente porque se espera que reduzcan las emisiones de dióxido de azufre en igual o superior medida que el uso de combustibles conformes a la normativa. Aunque es cierto que la tecnología reduce las emisiones de azufre a la atmósfera, el agua tóxica que se produce como subproducto contiene carcinógenos y metales pesados. Muchos de estos contaminantes se vierten directamente a los océanos, se acumulan en el medio ambiente y en la cadena alimentaria.

Precisamente, el Consejo Internacional para el Transporte Limpio (ICCT) publicó un informe en noviembre de 2020 concluyendo que "el uso de HFO con scrubbers no tiene la misma eficacia para reducir la contaminación atmosférica que el uso de combustibles con menos azufre, como el gasóleo marino (MGO). Además, los scrubbers de todo tipo (abiertos, cerrados e híbridos) contribuyen directamente a la acidificación de los océanos y a la contaminación del agua, mientras que los combustibles con menos azufre no”. Por otro lado, la presencia de estos sietmas no contribuye a reducir el riesgo de un vertido de HFO, que sería desastroso especialmente en entornos con ecosistemas frágiles.

Para las organizaciones medioambientales está claro que   los scrubbers y sus descargas tóxicas deben eliminarse progresivamente a nivel mundial, y coherentemente han solicitado a la OMI que trabaje urgentemente para evitar los vertidos en zonas sensibles y críticas como el Ártico. 

Corresponde a una visión cortoplacista creer que la contaminación puede ser simplemente barrida bajo la alfombra (o en este caso el océano). Ahora es el momento de actuar para proteger una de las últimas zonas vírgenes del mundo.

Scrubbers

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