El transporte marítimo representa alrededor del 90% del comercio mundial y es responsable de casi el 3% de las emisiones de CO2 del mundo, por lo que ha sido uno de los principales objetivos de la COP26

El acuerdo de ‘Clydebank’ es un resultado concreto de los debates que han tenido lugar en Glasgow este mes. Esta declaración firmada por 22 países, entre ellos España, es el primer marco para crear rutas comerciales marítimas con cero emisiones entre los puertos para acelerar la descarbonización de la industria marítima mundial. El enfoque de los corredores permite a los gobiernos incentivar primero y, eventualmente, exigir que sólo los barcos con cero emisiones puedan viajar, por ejemplo, de Shanghai a Los Ángeles o de Rotterdam a Nueva York. Busca generar alianzas cero emisiones entre países o incluso a nivel doméstico.

Otros países firmantes son Alemania, Australia, Bélgica, Canadá, Chile, Costa Rica, Dinamarca, Fiyi, Finlandia, Francia, República de Irlanda, Japón, Islas Marshall, Noruega, Nueva Zelanda y Suecia.

Junto con el acuerdo recientemente firmado por 14 países para reducir las emisiones de CO2 a cero neto para 2050, la nueva declaración de es un gran paso adelante. Se trata de un compromiso de alto nivel político, aunque no es legalmente vinculante ni impone obligaciones financieras. Busca aunar el interés de los gobiernos, de los gestores de los puertos y de los operadores para que se comprometan a descarbonizar rutas específicas de puerto a puerto.

En el horizonte cercano, se pretende generar “corredores verdes” en rutas cortas, que actúen como una primera etapa de prueba piloto o “laboratorio” para experimentar soluciones para la descarbonización y su escalabilidad, de forma que sirvan como ejemplo para la Organización Marítima Internacional, para desarrollar sus políticas a medio-largo plazo.

Una de las opciones para promover el uso de buques de bajas o nulas emisiones es implementar medidas como la imposición de nuevas tasas a los buques que utilicen HFO o fuelóleo pesado y GNL en el corredor o eximir de ellas a los buques que circulen con hidrógeno verde y amoníaco verde o electricidad renovable.

Esta primera fase, además, puede servir de aliciente a la innovación, mandando un poderoso mensaje a la industria en cuanto a la demanda de soluciones técnicas escalables para la producción y almacenamiento de combustibles cero emisiones en los puertos. Tras lo aprendido en este proceso, se pueden plantear proyectos de corredores verdes para rutas más largas a nivel nacional e internacional, acelerando de esta manera su implementación.

Es posible que, además, se quieran insertar criterios medioambientales que vayan más allá de la reducción de emisiones, como sería el caso de la prohibición del uso de scrubbers de ciclo abierto o vertidos de estos lavadores de gases en el corredor y en los puertos.

Esta iniciativa va a materializarse en medidas que permitirán alcanzar un horizonte verdaderamente sostenible. Para ello es necesaria la colaboración entre todos los actores, desde los gobiernos, gestores de puertos, operadores, navieras, productores de combustibles, hasta la sociedad civil. El tiempo de actuar es ahora.

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