ECONOMIA CIRCULAR: DE ALTERNATIVA A NECESIDAD
Ante momentos de incertidumbre como el que estamos viviendo como consecuencia de la pandemia del Covid-19, se hace aún más necesario y urgente un cambio en nuestro modelo económico de producción y consumo.
El modelo económico actual, basado en una producción y un consumo con recursos naturales ilimitados y sin una visión a largo plazo, se ha demostrado fallido al no contemplar la dimensión ambiental en su valoración de riqueza y desarrollo. La economía circular, en contraposición al modelo de economía lineal, permite el aprovechamiento de los recursos naturales (materias primas y energía) y la reducción y recuperación de residuos, ofreciendo una oportunidad para reinventar nuestra economía, haciéndola más sostenible y competitiva.
Los beneficios de este cambio incluyen la creación de ciudades más habitables, una mayor distribución de valor de la economía, el fomento de la innovación, la reducción de la contaminación de ecosistemas marinos y terrestres y de la pérdida de biodiversidad, así como una disminución de los riesgos para la salud humana.
De hecho, contribuyendo a la producción y consumo responsables (ODS12) y al desarrollo de sistemas alimentarios inteligentes en función de los recursos, la economía circular contribuye al menos a 12 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible descritos en la Agenda 2030 de las Naciones Unidas.
Según el informe "Global Risks 2016, 11th edition (2016)" del Foro Económico Mundial, los riesgos a largo plazo más importantes a los que se enfrenta la economía mundial se relacionan con el cambio climático, tanto en términos de probabilidad de ocurrencia como de gravedad económica.
Pero la respuesta actual a la crisis climática global representa una imagen incompleta, ya que, la mayoría de la gente cree que con la mitigación climática sólo se trata de cambiar los sistemas de energía. El cambio de modelo antes mencionado nos lleva más allá de los esfuerzos para la descarbonización de los sistemas energéticos basados en el uso de las energías renovables y en el fomento de la eficiencia energética, que podrían abordar como máximo el 55% de las emisiones totales.
Debe ir acompañado de una gestión sostenible de las materias primas, los productos fabricados y los residuos generados, así como de un consumo responsable por parte de la sociedad, para abordar el 45% de las emisiones restantes correspondientes a la fabricación de bienes de uso cotidiano y al uso de la tierra.
Los riesgos en términos económicos, ambientales y sociales relacionados con el Cambio Climático se mantendrán tras la superación de la crisis sanitaria mundial provocada por el Covid-19, si bien en estos momentos el mayor riesgo para la economía mundial está directamente relacionado con la pandemia que sufrimos.
No debemos por tanto desviar el foco de atención sobre los riesgos que nos amenazan, sino más bien buscar un modelo de producción y consumo que aumente la resiliencia de nuestra sociedad frente a la incertidumbre. La economía circular, ahora más que nunca, no es una alternativa si no una necesidad.
Si quieres leer el artículo completo "Economía circular: de alternativa a necesidad" escrito por Daniel Serón Galindo y publicado el 24 de marzo de 2020 en el dossier sobre economía circular de Economistas sin Fronteras, usa el siguiente enlace
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Daniel Serón Galindo