El Valle Central de Tarija, ubicado en el sur de Bolivia dentro del departamento de Tarija, está formado por los municipios de Padcaya, Uriondo, San Lorenzo y Tarija. La región,alberga según los datos de 2020, aproximadamente 319.000 personas. Este valle destaca por su vocación productiva, especialmente en la elaboración de vinos y singanis —una bebida alcohólica tradicional con denominación de origen— que gozan de prestigio tanto a nivel nacional como internacional. Además, se desarrollan otras actividades como la producción láctea, la ganadería extensiva, la industria maderera, la cerámica y el procesamiento de frutas. El turismo también cobra cada vez más relevancia como motor económico, gracias a sus paisajes, cultura y rutas emblemáticas como la Ruta del Vino.
Desde la Cordillera de Sama, situada al oeste, nacen numerosos cursos de agua esenciales para la agricultura, la industria y el suministro a la población del Valle. Por ello, es clave proteger tanto esta cordillera como las fuentes hídricas superficiales y subterráneas que recorren el territorio. La Ruta del Vino, uno de los principales atractivos turísticos de Bolivia, está estrechamente conectada con los paisajes naturales de la Reserva de Sama, lo que hace aún más urgente su conservación.
Según el Plan Territorial de Desarrollo Integral (PTDI) 2016-2020 de Tarija, alrededor del 46% de la población del Valle Central está vinculada al turismo, que genera más de 10 millones de dólares al año. En 2019, el sector recibió 115.000 visitantes, aunque la pandemia redujo esta cifra a 35.000 en 2020. En 2021 hubo una recuperación con 65.000 turistas, y en 2022 se superaron los niveles prepandemia con 120.000 visitantes (INE, 2023). El Valle Central, región más poblada y sede de la capital departamental, concentra la mayor actividad turística. Aunque actualmente representa solo el 2% del PIB, el turismo emplea al 11,7% de la población ocupada del sector terciario (79%). El objetivo es posicionar a Tarija como un destino turístico nacional e internacional, destacando su riqueza natural, cultural y arqueológica, con 24 sitios rurales identificados.
El turismo se ha desarrollado principalmente en torno a la Ruta del Vino, ligada a la industria vitivinícola local, con creciente proyección nacional e internacional. No obstante, los intentos por diversificar la oferta e integrar atractivos como la Reserva de Sama aún no han dado resultados efectivos. Para el periodo 2021-2026, el Plan Territorial de Desarrollo Integral (PTDI) prioriza el turismo como eje de la recuperación económica, impulsando la promoción e integración de sitios turísticos y ecoturísticos en el departamento.
Pero, esta priorización requiere la integración de medidas concretas para integrar la sostenibilidad en la gestión turística. El crecimiento desordenado de servicios turísticos en rutas como la del Vino y la naturaleza afecta la calidad de la oferta. En el área rural, muchos emprendimientos turísticos operan como actividades complementarias a la agricultura, con mayor movimiento durante fines de semana, feriados y entre diciembre y marzo. En este sentido, la Cumbre por la sostenibilidad financiera de la Reserva de Sama (mayo 2024) destacó la necesidad de articular el turismo del Valle con el de la zona Altoandina, fuente vital de agua para la región. Las prioridades del sector incluyen:
- Educación ambiental
- Regulación de servicios
- Formación profesional y alianzas con instituciones educativas
- Desarrollo de modelos de turismo verdaderamente sostenible y respetuoso del medio ambiente.
El proyecto busca promover medidas concretas de mitigación y adaptación climática en un circuito turístico, formando profesionales con competencias en turismo de bajo impacto ambiental. Para lograrlo, la propuesta se basa en la transferencia metodológica para trabajar procesos de descarbonización de la oferta turística, para medir la huella de carbono de los establecimientos turísticos y recomendar medidas de reducción y compensación de emisiones. Al fortalecer la imagen del sector ecoturístico, se espera que los establecimientos rurales adopten prácticas sostenibles, creando un efecto multiplicador en la región. También se capacitará a los profesionales del turismo para medir y comunicar los resultados de la huella de carbono, promoviendo un turismo más responsable y consciente del medio ambiente.
Beneficiarios directos del proyecto:
- 120 propietarios y administradores de 60 establecimientos turísticos con huella de carbono determinada.
- 100 estudiantes de carreras de turismo en 2 universidades y relacionadas a turismo de 2 Institutos de formación técnica.
- 20 guías de turismo y operadores de turismo.
Número de beneficiarios indirectos: 950 personas integradas en el sector turístico.
Para impulsar el desarrollo del turismo sostenible en Tarija, promoviendo la conservación ambiental y la mitigación del cambio climático, se va a generar un modelo inicial para medir la huella de carbono en el sector turístico de Tarija, ajustado al contexto local. Este modelo permitirá establecer una línea base para futuras decisiones ambientales en el sector, incorporando propuestas de reducción y compensación de emisiones. Actividades principales:
- Desarrollo de un modelo y herramienta de cálculo de huella de carbono adaptado al contexto turístico local, basado en el GHG Protocol y en experiencias previas de ECODES en España.
- Capacitación en cálculo de huella de carbono a docentes y estudiantes de laUniversidad Católica Boliviana (sede Tarija), del Instituto Técnico Domingo Savio, del Istituto Tecnológico Emborozú y de la Universidad Autónoma Juan Misael Saracho, además de formación al personal local en el uso de la herramienta.
- Diagnóstico ambiental de una muestra de establecimientos turísticos para identificar oportunidades de reducción de emisiones.
- Acompañamiento a tres establecimientos modelo en la implementación de medidas específicas para reducir su huella de carbono.
Socios del proyecto: Fundada en 1990, PROMETA (Protección del Medio Ambiente Tarija) es una ONG boliviana comprometida con contribuir a un manejo adecuado del entorno natural asociado a la mejora del nivel de vida de las comunidades campesinas y pueblos indígenas. Con este enfoque se ha contribuido en la creación de unidades de conservación que abarcan más de 1.8 millones de hectáreas en seis de las siete ecorregiones de Bolivia.
El proyecto se ha financiado por la Diputación Provincila de Zaragoza, a través de la convocatoria de subvenciones de cooperación para el desarrollo 2024-25.
